viernes, 24 de septiembre de 2010

Sonreir no cuesta nada y causa gran provecho. Sonreir ayuda a mantener el buen humor, ayuda a la salud, a embellecer el rostro y a despertar buenos pensamientos. Sonreir enriquece al que recibe esa sonrisa, sin empobrecer a quien la ofrece. Nadie es tan rico que pueda pasarse, sin sentir la necesidad de sonreir. Y nadie es tan pobre que no puede hacer un obsequio con su sonrisa. Sonreir puede desterrar el aburrimineto y despertar la creatividad y el entusiasmo en las personas que se sienten opacadas, acomplejadas. Sonreir es un verdadero antídoto, que la naturaleza tiene en reserva para todos y sin embargo una sonrisa es algo que no se compra, ni se presta, ni se roba, porque únicamente tiene valor en el preciso momento que se regala. Si ves que te rehusan una sonrisa que creías merecer, sé generoso y ofrece la tuya. Nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa como aquel que no sabe sonreír a los demás. Sonreir aleja al más cobarde de todas las tentaciones, el desaliento. Sonríe hasta que notes que tu severidad se haya desvanecido

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